sábado, junio 28, 2008

Año nuevo Aymara

Las palabras brotaban encantando a los espectadores, los sonidos de tambor no dejaban de sonar de fondo, la fiesta llevaba varios días, más palabras surgían más facilmente de los labios de esa mujer, intentando atraer aplausos y alabanzas más allá del séquito de personas de confianza que la rodeaban, y su mirada atenta y cazadora sobre el público medía la reacción de cada espectador frente a palabras claves aprendidas....

Hemos comprometido...y un silencio espectante...mejoraremos la conectividad...
esa palabra no generaba los efectos esperados...fortaleceremos las capacidades de emprendimiento...y solo algunos servidores públicos que se empezaban a sobar las manos atendian un poco más...pero la mirada de esa mujer estaba intrigada con el interés del pueblo, especialmente ese pueblo...y el brevaje le avivaba como nunca la necesidad de reencontrarse con ellos.

3700 metros sobre el nivel del mar.

El discurso no captaba la atención de su pueblo, intentó con otras palabras, lo intentó en aymarae, pero nada. Lo más fácil que le indicó su ego, fue empezar a mentir, a prometer...

En su mayor momento de éxtasis, en que sus palabras sonaban casi a poesía para ella, su ego y séquito de confianza, un final abrupto, desde el fondo del salón, tres guardaparques de oscura y curtida piel, por el sol de salares y frío de la nieve, impecablemente uniformados para el evento, aymaraes, conocedores de la verdad del terreno y el aislamiento, ellos no aguantaron más y avivados por el mismo brevaje que se pasa de mano en mano, les hizo soltar un: "eso es mentira señorita!!!"

La mirada atenta de todos se centró en ellos y ellos no hablaron más.
Excuse el mal rato le decian los corneteros.

El hilo se corta por lo más delgado y estos hombres aymaraes retornan hoy por fin a su tierra, volviendo a ser pastores, lejos de la mentira, la gobernadora y la foto de la presidenta Bachelet de vestido blanco y una cinta tricolor atravezada.

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