En la mañana las gaviotas vuelan casi en línea recta subiendo sobre el Mapocho. Cuento muchas bandadas y ninguna se detiene.
En las tardes, las veo bajar volando en amplios círculos, bajan, caminan y, de vez en cuando, toman vuelo para ubicarse 50 metros aguas abajo.
Las gaviotas siguen al sol.
Vuelan en dirección al amanecer por las mañanas y, al atardecer, siguen al sol hasta que desaparece en las colinas de Carén.
Desde el balcón escucho los ruidos de la ciudad, allá abajo.
Las coloradas y tintineantes luces de grúas construyen nuevos hábitats para desconocidos santiaguinos
Una gran sombra en el parque providencia que cruza de este a oeste. La gente retorna a sus casas, otros van al happy hour.
Yo haciendo hora para hablar con ella.
Hice un pedido de nuestra comida preferida para recordarla con más sentidos.
Suena la radio horizonte.
Pienso en su sonrisa y mirada antes de tomar el ascensor. Sus achinaditos ojos. Su ternura. Sus caricias. Su ser.
Añoro escuchar su voz y también sus silencios. Y luego de un tuuuut escuchar su "hola ..." y saber que es ella al otro lado.
Y me alegraré si se ha alegrado en su día. Me preocuparé si lo ha pasado mal. Me propondré subirle el ánimo o consolarla.
