lunes, mayo 15, 2006

Eladio del Chapo I





A inicios de los 90, en las cercanías de Puerto Montt, se construyó la central hidroeléctrica "Canutillar". Consistía en la extracción de aguas del lago "Chapo" para entregarlas, a través de un túnel de 7 kilómetros de largo, en caida por una abrupta pendiente hacia el estuario del Reloncaví.

Para ello Endesa, hasta ese momento Chilena, había abierto una faja de camino desde el estuario al lago chapo.

En el lago vivía un campesino que se llamaba Eladio y su familia.

Para bajar a pueblo debía cruzar navegando por al menos 4 horas a remo hasta llegar a Correntoso. Luego otro día para llegar a Puerto Montt. Si no, podría demorar un día entero en cruzar hasta Cochamó, en bote por el estuario del reloncaví.

Con el nuevo camino de endesa, sin embargo, fácilmente se demoraba 20 minutos hasta los campamentos que había instalado Endesa. 30 minutos hasta la posta de Cochamó. Una hora y media hasta Puerto Varas y 2 horas hasta Puerto Montt. Pero, para qué ir para allá, decía.

Cuando se construía el túnel bajo el chapo, las jornadas eran de 24 horas en tres turnos. Una de esas noches me invitaron a conocer cómo se perforaba la roca. De salida, como a las 2 de la mañana, queriamos fumar el único que vendía cigarrillos en la zona era Eladio. Nos recibió junto a mi amigo con un vino casero, agrio pero generoso. Una guitarra clásica en manos del hijo que se había ido a la ciudad hace cerca de 10 años, donde había estudiado en el conservatorio de música, en Valdivia. Ahora estaba visitando a su familia. Eladio le conseguiría trabajo con los austriacos. Necesitaban gente de la zona para instalar torres de alta tensión en las altas cumbres. Recientemente habían muerto algunos ingenieros y topógrafos que hacían las instalaciones desde helicópteros, al bajar de un salto uno de ellos , desestabilizó la nave y murieron todos.

Al día siguiente Eladio mató un chancho. Su hijo por fin estaba de regreso.

Los ingenieros de Endesa vivían en Puerto Montt y Puerto Varas. Algunos llegaban con camiones tolva a comprar leña de ulmo para calefacción.

Algunos austriacos le pagaban a Eladio por guardar sus tablas de funboard en el galpón. El viento, los bosques, la falta de gente eran ideales para la navegación.

La señora de Eladio empezó a producir miel de ulmo en grandes cantidades para las señoras de los ingenieros. Aveces pan amasado y aveces con chicharrones.

Poco a poco el bosque de Eladio fue desapareciendo.
Poco a poco el nivel del lago empezó a bajar. Hubo crisis energéticas que demandaron más agua que la que era capás de autorecuperar el lago.
Poco a poco los alerzales fueron cortados para habilitar líneas de alta tensión.
Poco a poco se fueron retirando los campamentos austriacos, chilenos y españoles.

Poco a poco las ventas de leña y de Hilton rojos disminuyeron.

Poco a poco el hijo de Eladio volvió a desaparecer.

Ya anciano, Eladio inició su proceso de vivir de los recuerdos de su época más esplendoroza. Cuando llegaron los ingenieros de Endesa por primera vez. Hoy le queda un pequeño terreno que intenta sanear con bienes nacionales. Muchos puertmomontinos compraron las tierras donde él vivía.

La última ve que lo ví, Eladio vivía de recuerdos. De sus años mozos de adultez.

Aún permanece encandilado con las luces de noche y de día.

Si le quitan la montaña... el vite se me muere

Así decía doña Rosa de Curepto, respecto de don Vite.

Don Vite, de 85 años, carbonero, todavía acarreaba madera en su frágil camioneta desde la montaña. A veces se perdía por una semana y después regresaba.

Un día un jefe de área de una gran empresa forestal lo chocó con su imponente camioneta en una curva.

Doña Rosa decía: "Un día lo vamos a encontrar muerto". "La montaña lo va a matar", insistía.

"Pero si le quitan la montaña, el vite se me muere antes".