Leyenda Inca sobre Name
Un lector que siente cariño por Cauquenes (provincia de Chile) me envía esta leyenda que encontró. La comparto con ustedes.
"Se cuenta que por allá por los años de los 1460, el poderoso Inca Tupac Yupanqui envió a Chile a un gran ejército a conquistar estas regiones; sin mayores contratiempos avanzaron hasta llegar al valle de Coquimbo. Veinticinco años después su hijo Huaina Cápac avanzó con el suyo hasta cruzar el río Maule y cuyas estas tierras eran gobernadas por orgullosos caciques que no rendían vasallaje a nadie más que a ellos mismos; sufriendo en su empeño una gran derrota lo que determinó que su frontera sólo pudiera ser al lado norte de este río
Entre estos grandes bravos estaba Epulman. Tenían sus viviendas él y su gente, instaladas en la cúspide del cerro del Name. Cuetan que al tener noticias de la presencia de los imperiales ejércitos enemigos, ordenó a los suyos salir sin tardanza a combatir, yendo raudos éstos obedeciendo sus órdenes, con el sin temor y decisión propias de los de su raza.
Entre los muchos jefes de la gente india congregada, recibió el principal apoyo y colaboración de Maunmilla, joven y valiente cacique, quien recientemente se había comprometido a casarse con su hija amada, la que llevaba por nombre Huaglencó.
Huaglencó se sintió muy feliz de que Maunmilla participase en la contienda; pero solicitó a su padre le permitiese acompañarlo a la batalla, como uno más de sus guerreros.
Así sucedió. Epulman y los suyos se lanzaron ferozmente en contra de los invasores y entre los más osados combatientes, se destacaba Huaglencó. Sus flechas siempre daban en el blanco elegido y causaron muchas bajas entre el enemigo. Lamentablemente, sin ella darse cuenta fue rodeada por las huestes contrarias siendo así hecha prisionera. Al enterarse, Maunmilla corrió a rescatarla; sin importarle el peligro atravesó el campo raudamente hasta donde se encontraba su amada; pero en el intento fue herido mortalmente.
Pese a esto los restantes caciques y sus bravos continuaron la lucha sin desfallecer durante el resto del día y finalmente las huestes del Inca fueron completamente derrotadas. Huyeron entonces los guerreros invasores desordenadamente, lo que permitió en su descuido que Huaglencó aprovechando la confusión de sus captores, lograra huir hasta retornar sana y salva donde se encontraba su padre efectuando el recuento de la batalla.
Inmensa fue la pena para Huaglencó al ser informada que su prometido había sido muerto por tratar de defenderla. Huaglencó hizo recoger el cuerpo de Maunmilla y lo sepultó en la más alta cima del cerro. Lloró allí inconsolablemente por un día, por dos, pasaron las semanas y los años y ella seguía llorando. Fue tal su pena y las lágrimas derramadas que de a pocos se formó con ellas una gran laguna a la que la gente de su pueblo llamó “Laguna de las Lágrimas”.
Un día en que el gran Epulman salió a visitar sus tierras y dominios, a su regreso se encontró con la triste noticia que su hija Huaglencó había desaparecido de las orillas de la laguna. La hizo buscar por todos lados, por los cerros y quebradas y aún más allá en todos los lugares sin lograr encontrarla, siendo tal su pena y el tormento por la ausencia de su hija que Epulman fue falleciendo en corto tiempo.
Algunos años después de haber sucedido estos hechos, se divulgó entre la gente el rumor que en ciertas noches de luna, se observaba a orillas de la laguna a una bellísima sirena que acomodaba sus cabellos con peineta de oro, agregando en su narración que al llegar los primeros rayos del sol, la sirena se hundía rápidamente en el agua.
Uno de los grandes terremotos que asolaron la región hizo desaparecer a la laguna del Name y a su sirena que no sería otra mas que Huaglencó".
Entre estos grandes bravos estaba Epulman. Tenían sus viviendas él y su gente, instaladas en la cúspide del cerro del Name. Cuetan que al tener noticias de la presencia de los imperiales ejércitos enemigos, ordenó a los suyos salir sin tardanza a combatir, yendo raudos éstos obedeciendo sus órdenes, con el sin temor y decisión propias de los de su raza.
Entre los muchos jefes de la gente india congregada, recibió el principal apoyo y colaboración de Maunmilla, joven y valiente cacique, quien recientemente se había comprometido a casarse con su hija amada, la que llevaba por nombre Huaglencó.
Huaglencó se sintió muy feliz de que Maunmilla participase en la contienda; pero solicitó a su padre le permitiese acompañarlo a la batalla, como uno más de sus guerreros.
Así sucedió. Epulman y los suyos se lanzaron ferozmente en contra de los invasores y entre los más osados combatientes, se destacaba Huaglencó. Sus flechas siempre daban en el blanco elegido y causaron muchas bajas entre el enemigo. Lamentablemente, sin ella darse cuenta fue rodeada por las huestes contrarias siendo así hecha prisionera. Al enterarse, Maunmilla corrió a rescatarla; sin importarle el peligro atravesó el campo raudamente hasta donde se encontraba su amada; pero en el intento fue herido mortalmente.
Pese a esto los restantes caciques y sus bravos continuaron la lucha sin desfallecer durante el resto del día y finalmente las huestes del Inca fueron completamente derrotadas. Huyeron entonces los guerreros invasores desordenadamente, lo que permitió en su descuido que Huaglencó aprovechando la confusión de sus captores, lograra huir hasta retornar sana y salva donde se encontraba su padre efectuando el recuento de la batalla.
Inmensa fue la pena para Huaglencó al ser informada que su prometido había sido muerto por tratar de defenderla. Huaglencó hizo recoger el cuerpo de Maunmilla y lo sepultó en la más alta cima del cerro. Lloró allí inconsolablemente por un día, por dos, pasaron las semanas y los años y ella seguía llorando. Fue tal su pena y las lágrimas derramadas que de a pocos se formó con ellas una gran laguna a la que la gente de su pueblo llamó “Laguna de las Lágrimas”.
Un día en que el gran Epulman salió a visitar sus tierras y dominios, a su regreso se encontró con la triste noticia que su hija Huaglencó había desaparecido de las orillas de la laguna. La hizo buscar por todos lados, por los cerros y quebradas y aún más allá en todos los lugares sin lograr encontrarla, siendo tal su pena y el tormento por la ausencia de su hija que Epulman fue falleciendo en corto tiempo.
Algunos años después de haber sucedido estos hechos, se divulgó entre la gente el rumor que en ciertas noches de luna, se observaba a orillas de la laguna a una bellísima sirena que acomodaba sus cabellos con peineta de oro, agregando en su narración que al llegar los primeros rayos del sol, la sirena se hundía rápidamente en el agua.
Uno de los grandes terremotos que asolaron la región hizo desaparecer a la laguna del Name y a su sirena que no sería otra mas que Huaglencó".
Anónimo.
2 comentarios:
me gsuto muxo la historia yo tambein tengoparet por eso lugares de echo mi familai crecio y yo tambien
me gustari saber mas de l shistorisa y la genet q es oriunda de esos lados
ay q ahoar perdimso auno delos seres mas queridos del sector don cesar urrutia " mi abuelito"
buenosaludos
cierto que es buena esa historia
soy cauquenino, cuando pequeño fui al cerro name, pero yo no tengo recuerdos de eso, ya que era muy chico, pero siempre que veo el cerro name, me impresiono, es muy grande, y bien aislado de las montañas de la cordillera de la costa, que suelen ser altas, si la altura del cerro name es de 810 msnm, y el mas alto de la cordillera de la costa por aca es de como 640 msnm creo.
Mi familia por parte de madre es de un sector rural de cauquenes, llamado cabreria, está a unos 30 o 20 kms al sur del cerro name, y de ahí les aseguro que se ve impresionante.
saludos desde cauquenes!
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